martes, 23 de febrero de 2016



TE EXTRAÑAMOS, CHAT


Conocer a las personas lo suficiente para intuir sus estados de ánimos es un arte. Un segmento del arte de ser amigos. De entregar la  amistad de manera incondicional. De ser verdaderamente amigos.  He conocido pocos seres humanos con esa cualidad.  Y entre esa acrisolada e ínfima minoría, se situó María de Lourdes Palomino. 

Jovial y amargada, tolerante y  radical, centrada y loca, cascarrabias y graciosa; pero sobretodo, humana, solidaria y caritativa.

Inspirada en esa condición humanista que  hace que uno se sienta  ciudadano del mundo, Mayuly soñó que, una vez transcendida,    sus ojos darían visión a algún desconocido y que sus cabellos cubrirían la cabeza  de alguna enferma de cáncer en tratamiento de quimioterapia.

No se pudo, pero sus acciones de toda una vida no requerían esa  añadidura para su nirvana.

Vislumbrar los sentimientos de quienes amamos y ser su apoyo en momentos críticos,  con humildad y generosidad: eso era la especialidad de Mayuly.

Ojalá algunos tuviésemos esos talentos.