TE EXTRAÑAMOS, CHAT
Conocer a las personas lo
suficiente para intuir sus estados de ánimos es un arte. Un segmento del arte
de ser amigos. De entregar la amistad de
manera incondicional. De ser verdaderamente amigos. He conocido pocos seres humanos con esa
cualidad. Y entre esa acrisolada e
ínfima minoría, se situó María de Lourdes Palomino.
Jovial y amargada, tolerante
y radical, centrada y loca, cascarrabias y graciosa; pero
sobretodo, humana, solidaria y caritativa.
Inspirada en esa condición humanista que hace que uno se sienta ciudadano del mundo, Mayuly soñó que, una vez
transcendida, sus
ojos darían visión a algún desconocido y que sus cabellos cubrirían la cabeza de alguna enferma de cáncer en tratamiento de
quimioterapia.
No se pudo, pero sus acciones de
toda una vida no requerían esa añadidura
para su nirvana.
Vislumbrar los sentimientos de
quienes amamos y ser su apoyo en momentos críticos, con humildad y generosidad: eso era la
especialidad de Mayuly.
Ojalá algunos tuviésemos esos talentos.