domingo, 30 de noviembre de 2014

PECADOS CAPITALES

LA ENVIDIA


Por: Mallela V. Pérez Palomino

     La más popular de las emociones.  En este mundo de intereses materialistas que lastimosamente han sobrepasado los principios éticos y valores, es difícil que no se propague algo como la envidia.

        Los chicos temprano quieren el DS, el móvil, la tablet, el IPOD, la mini laptop, las zapatillas de marca, los jeans originales, etc., etc.

      No es extraño que, dentro de los deseos insatisfechos que tienen las personas de bienes materiales, también acumulen vibras negativas por observar la entereza de algunos pocos que estoicamente resisten las tendencias que impone la moda o la presión de grupo; las vicisitudes de la vida o las exigencias de la sociedad en general.

       Cuando los mayores decían: "Te envidian hasta el modo de caminar", no entendía a qué se referían.

       Escuchaba el caso de una chica humilde, pero hermosa, la cual se estaba abriendo paso en el mundo del modelaje de manera honesta y trabajando duro; que fue atacada por varias mujeres del humilde barrio en que vivía. Esas mujeres le arrojaron ácido en la cara y no sólo la desfiguraron, sino que le robaron permanentemente la salud y le arrebataron los sueños.

     No había causa lógica del ataque, pero las personas que narraban el evento, etiquetaban a las victimarias como perdedoras,  mujeres sin metas en la vida.

     Hay muchas cosas que despiertan la envidia, unas pueden ser materiales, otras no tanto. Cuando le digo a una amiga que la envidio por tener su madre aún junto a ella, esa es envidia de la buena. Pero no todos sienten ese tipo de envidia.

     -Por qué todo le sale bien y a mí no!-es una clásica frase que recoge el pensamiento envidioso de gente pequeña.

    Los aciertos en la vida no son obra de la casualidad, pero sí de la causalidad. Acumular muchas buenas obras, buenos pensamientos, buenos deseos hacia los demás, te da un crédito en la vida para cuando lo necesitares cuando la cosa no esté tan buena.

      Tal como el odio y el resentimiento, la envidia carcome el interior de la persona que la siente, transformándola en un ente resentido y malhumorado, que lleva un detallado inventario comparativo de sus propias desdichas versus los aciertos del o los objetos de su aberrante sentir.

    Podría decirse que la envidia es patológica, porque llega hasta a distorsionar la visión o percepción del que la siente, de tal forma que piensa que todo el mundo le vuelve la espalda para hacerlo sufrir.

       Cuántas injusticias no se habrán cometido por simple envidia!


      Uno de los pecados capitales, según nuestra Iglesia Católica, pecado que describe de manera sin igual Francisco de Quevedo y Villegas cuando dice: "La envidia es flaca y amarilla porque muerde y no come".